miércoles, 10 de marzo de 2010

Flores II

Las agujas patinaban la trigésima vuelta en los relojes… cuando un instante de lucidez, enfrentándose a mil kilos de ensimismamiento y pesar, la hizo romper el primer papel..

Así siguió con todos.. hundiéndose en un precipicio de palabras cortadas a la mitad, que ya carecían por completo de sentido e iban desapareciendo.. llevándose con ellas todo su pasado, y todo su presente.

Cuando la nada fue visible desde todas partes, alguien le preguntó qué hacía ahí sentada, frente al vacío más vacío que el de sus propios ojos.

A lo que ella respondió: Que yo no esté en mi cuerpo, no significa que esté vacío.. Había un solo lugar, y él lo llena todo.

Un día recibió una rosa roja..

Su cara de desprecio fue tan fuerte que nadie ya quiso llevarle ningún mensaje.

Sus padres, quienes no estaban muertos pero sabían aparentarlo, sólo le dejaban de vez en cuando un plato de comida.. y no tenían tiempo de sorprenderse cuando después de 12 horas, el plato seguía ahí, intacto, muriendo de frío y soledad.

Hasta que llegó un pariente lejano, quien sabe si tío, primo, de córdoba o de Arabia Saudita… lo que sí, el logró despejar la ceguera que reinaba en la casa y admitir que existía una persona, una mujer, a punto de morirse sentada sobre su propia piel y sus recuerdos.

Y aunque no era médico, tuvo mas razón que el otro.. le diagnosticó uno de los males de amor mas terribles que se habían visto en mucho tiempo.

Pero no supo que recetarle para aliviar su dolor.

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